¿Por qué las Pinturas Negras?

 

 

En 1819 Goya adquirió una extensa finca a las afueras de Madrid conocida como la Quinta del Sordo en ella vivirá hasta1824, año de su partida hacia el exilio en Burdeos. Popularmente se ha mantenido que el nombre de la finca era una alusión a la pérdida de audición que el artista había comenzado a manifestar en 1792, pero en realidad el nombre de la finca hace referencia a un propietario anterior de la finca. La casa originalmente fue decorada con pinturas que representaban paisajes, sin embargo, en el periodo entre 1820 y 1823, durante el trienio liberal, Goya sustituye aquellos paisajes por catorce escenas, pintadas en seco sobre la pared utilizando la técnica del óleo. Son pinturas de temática amarga en las que predomina el color negro y con un claro contenido demoníaco. En las composiciones aparecen personajes monstruosos que conectan con la mentalidad popular de la época enfrentada al desarrollo de la razón que había difundido la ilustración.

San Francisco de Borja atendiendo a un moribundo

No obstante, el elemento demoníaco no surge en 1820, en 1788 la Duquesa de Gandía, también Duquesa de Osuna, encarga a Goya una pintura para la Capilla de los Borja, sus antepasados, en la Catedral de Valencia. Goya pintó la escena de San Francisco de Borja asistiendo a un moribundo. En la zona izquierda de la composición, en un segundo plano, aparecen tres monstruos demoníacos tentando al moribundo, ante la presencia del crucifijo que le muestra el santo.

Posteriormente, en 1798, los Duques de Osuna encargan a Goya la realización de unas pequeñas tablas en las que el autor plasma escenas de carácter diabólico que representan el culto al demonio. Una de estas pinturas es El Aquelarre que fue destinada a decorar el gabinete de la Duquesa en su casa de campo.

El Aquelarre
Goya atendido por el doctor Arrieta

En 1820 Goya dedica al doctor Arrieta una pintura en la que se retrata atendido por el médico. En un segundo plano aparecen también figuras fantasmagóricas. Desde 1792 y hasta su muerte en 1828, Goya sufrió distintas crisis, que no solamente le hicieron perder la audición, sino que iban acompañadas de estados febriles, vómitos, etc.

Frecuentemente se ha apuntado que como consecuencia de su sordera Goya realiza al final de su vida la serie de las Pinturas Negras de la Quinta del Sordo. Los últimos estudios nos dicen que la sordera y las repetidas crisis que tuvo a lo largo de su vida, fueron debidas a la utilización del color blanco albayalde. Desde que Goya se instaló en Madrid en 1775, el color que con más frecuencia utilizó fue el blanco. Es sabido que Goya gustaba de preparar él mismo los colores, de majar los minerales en su propio estudio, el blanco albayalde se ha descubierto que tiene una alta proporción de plomo, la inhalación del plomo produce envenenamiento, y la sintomatología que presentaba Goya en sus sucesivas crisis coincide con la del envenenamiento por inhalación de plomo.

En 1815 y a pesar de haber superado el proceso de depuración por parte de Fernando VII, el Rey lo reemplaza como primer pintor de cámara por Vicente López. Sin duda debía ser la señal inequívoca del desencanto del artista, que había anhelado a lo largo de toda su vida conquistar la corte, su desencanto de la vida política lo llevó a aislarse en su mundo interior, que era irracional, lleno de fantasmas, como corresponde a los momentos finiseculares.

Las pinturas de la Quinta del Sordo eran un ejercicio privado. Una de las pinturas que decorarán los muros de la casa representa una mujer vestida de negro, Una manola: Leocadia Zorrilla. Se ha querido ver en ella a una mujer meditando sobre la muerte. Era la primera pintura que se veía entrando a la casa.

Una manola: Leocadia Zorrilla
Saturno devorando a sus hijos

Saturno devorando a su hijo era la segunda pintura. Si bien aquí se ha interpretado la escena con un claro contenido político. Saturno aludiría al estado que devora al pueblo representado en el hijo del dios. Goya estaría culpando de la situación política y económica que se vivía en esos momentos al estado. Es una obra claramente expresiva, desde el punto de vista estético y artístico. Se cree un precedente del expresionismo. Con que pocos elementos Goya es capaz de sugerir el terror y provocar el miedo.

Aquelarre o el Gran Cabrón

En la escena Aquelarre o El Gran Cabrón el pintor escenifica el pavor, el miedo de la muchedumbre.

Lo que Goya refleja es un conglomerado de ojos, narices y frentes, atemorizados ante la presencia de lo irracional. Todo el planteamiento constituye una novedad absoluta en la pintura europea. A la derecha vemos una figura femenina, que queda separada de la muchedumbre, podría corresponderse con la presencia aislada de “la razón” ante “la sinrazón”, incluso se ha creído ver un retrato de Leocadia participando de esas misas negras.

La Romería de San Isidro

Otra obra, ya en el primer piso representa La Romería de San Isidro. Aunque lo que se ve es interpretado de formas diversas, en la escena destaca en primer plano un grupo de hombres que cantan bebidos con gestos exagerados o de sorpresa.

Duelo a garrotazos

En otra escena se ve el Duelo a garrotazos, que se corresponde con uno de los pasajes más crudos de la realidad española; el hábito o costumbre de saldar las diferencias a garrotazos.

Dos viejos comiendo

Encima de la puerta de acceso a la cocina Goya represento Dos viejos comiendo. Goya expone un alto grado de abstracción formal y reducción de elementos en esta obra.

En 1873 las Pinturas Negras fueron adquiridas por el barón Frédéric Emile d'Erlanger que encargó que las pinturas murales se trasladaran a lienzo para ser exhibidas y vendidas en París. Contrariamente a lo que esperaba, su exhibición apenas tuvo resonancia y el francés cedió las obras al estado español.

Las Pinturas Negras manifiestan una visión parcial de la España de los años veinte del siglo XIX, de la visión del descontento, de lo irracional, de un visionario que se adelantó a su tiempo. Con Fuseli y W. Blake, Goya estaba planteando soluciones expresivas propias del romanticismo, del impresionismo y del expresionismo. El carácter excepcional sin igual, sin parangón de Goya lo convierte en una excepción, dentro del mediocre panorama artístico español de su época.

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