¿Fue Goya un artista comprometido con su tiempo?

 

 

Se ha mantenido que Francisco de Goya no colaboró con los franceses durante la ocupación Napoleónica ¿pero es cierto? Tengamos en cuenta que en todos los sentidos Francisco de Goya fue un adelantado a su tiempo, no sólo en su pintura, también, como no podía ser de otro modo, en su actitud ante la situación política de su momento. Algunos españoles vieron en la ocupación francesa una forma de acabar con el antiguo régimen.

Al regreso de Fernando VII en 1814 una de las primeras medidas que tomó fue la de depurar a todos los empleados de la casa real que habían colaborado con el francés. Este proceso consistió en pasar por una serie de tribunales ante los que había que demostrar la fidelidad a Fernando VII mientras el monarca estuvo exiliado. Goya paso por el tribunal manifestando que no sólo no había colaborado con los franceses, sino que se había visto obligado a vender alhajas para poder sobrevivir; Algo que resulta falso, sí se tiene en cuenta que en 1810 el Ayuntamiento de Madrid le encarga una obra para honrar a José I.

Alegoría de la Villa de Madrid

La obra en cuestión fue la Alegoría de la Villa de Madrid. En el centro del lienzo se observa a una mujer de pie que representa a Madrid y que sujeta con un brazo el escudo de la ciudad. En él aparecen las figuras del oso y del madroño. A la derecha del cuadro aparece un medallón sujeto por cuatro ángeles en el que originariamente Goya pintó el rostro de José I.

Las circunstancias políticas en 1812, tras la batalla de Arapiles y el abandono de la ciudad del rey, aconsejaron variar el contenido de la representación en el medallón y se pintó el lema “Constitución”.

Poco después, con el regreso de José Bonaparte un discípulo de Goya eliminó el repinte de su maestro con el fin de recuperar la efigie del monarca. Al finalizar la guerra, en 1813, se volvió a repintar con el lema “Constitución”, pero con la llegada del Borbón absolutista y la abolición de las Cortes de Cádiz se decidió encargar a Goya el retrato de Fernando VII, que posiblemente Goya delegó en alguno de sus discípulos. Sea como fuere el resultado del retrato no fue el esperado y en 1826 se encarga a Vicente López que rehaga el retrato. El periplo del medallón no quedó aquí y a los diez años de la muerte del monarca absolutista se cambio el retrato por la inscripción “Libro de la Constitución”. Será en 1872 cuando se realice la inscripción que ha llegado a nuestros días, “Dos de mayo”. Ésto es pues, una prueba inequívoca de que Goya trabajó para José I.

Pepino

En la España de la guerra de la independencia el medio habitual de expresión fue la estampa, hasta el punto de que ésta adquirió un valor extraordinario como documento crítico, hacía la situación del país. Su carácter de fácil distribución hizo que fuera muy fecunda su publicación. En esas estampas se puede apreciar lo que pensaba el pueblo sobre José Bonaparte y Napoleón. La mayoría de estas estampas mostraban un mensaje claro e inequívoco, José Bonaparte bebedor y fornicador, resultaba jocoso y satírico. Un ejemplo de estos grabados es Pepino

Las estampas, o grabados, sirvieron como un medio eficaz para dar ideas, en una época en la que el noventa y cinco por cien de la población española era analfabeta.

Además de las estampas de carácter satírico encontramos otras que mostraban momentos trágicos de la guerra. El mensaje de las imágenes era muy efectivo, entre las series de estampas que más prestigio y fama obtuvieron se encontraban las que todos los artistas coincidieron en plasmar eligiendo un momento relacionado con el inicio de la guerra, fundamentalmente los hechos ocurridos entre los días dos y tres de mayo de 1808 que los artistas concentraron en cuatro episodios:

  • Cuando Mª Luisa y los Infantes en la mañana del dos de mayo, decidieron abandonar el Palacio Real para dirigirse al exilio de Bayona. La multitud comenzó a concentrarse y abalanzarse para evitar la marcha de la Reina, era una manifestación popular que fue sofocada por las fuerzas francesas, que estaban formadas en parte por tropas del ejército austríaco y mamelucos.
  • La muchedumbre se dirige por la calle Mayor hacia la Puerta del Sol. En la Puerta del Sol la muchedumbre fue aplacada por el ejército francés mercenario.
  • El pueblo contó con la colaboración de dos militares en la sublevación, Daoíz y Velarde, los que con el fin de equilibrar las fuerzas habían facilitado armas al pueblo. Ambos militares fueron ejecutados la misma tarde del dos de mayo como medida ejemplar.
  • Finalmente el dos y el tres de mayo en distintos puntos de Madrid se ajustició a los líderes populares de la sublevación, en el Paseo del Prado, en la Puerta del Príncipe y en la Moncloa.

Cuando Fernando VII regresó a España, en 1814, se celebraron distintos actos para honrar este hecho. Se organizó una serie de actos y se levantaron distintas construcciones de carácter efímero. Es posible que a este año corresponda el encargo y ejecución de estos dos grandes lienzos, El dos de mayo o La carga de los mamelucos y El tres de mayo o Los fusilamientos.

El dos de mayo corresponde a la segunda estampa o episodio histórico del día, mientras que El tres de mayo se corresponde con la cuarta estampa, que cierra el ciclo de la serie.

Inicialmente se pensó que estas dos obras habían sido concebidas para ornamentar algún arco del triunfo efímero e incluso se pensó que Goya había podido realizar la serie completa, desapareciendo dos de ellas, no era extraño que a Goya le desaparecieran los lienzos. Pero en la actualidad en las descripciones de los monumentos efímeros construidos para celebrar la llegada del Deseado no aparecen estas obras y sí se tiene constancia del encargo de dos marcos, destinados a la residencia real, de grandes dimensiones. Lo que lleva a pensar que las obras serían un encargo del propio monarca posterior a su llegada en 1814.

Estas dos obras fueron redescubiertas en 1868 y dadas a conocer a la opinión pública.

La carga de los mamelucos

En La carga de los mamelucos aparecen representados el pueblo sublevado y las tropas francesas compuestas por mamelucos y húsares austríacos. Es cuestionable el sentido ideológico que quería transmitir el artista. Si se observa, vemos que predominan en número los sublevados frente a las tropas del ejército extranjero. En cuanto al carácter de las figuras resulta difícil discernir, sin el conocimiento previo de la historia, quienes son los ganadores y quienes los perdedores. Si analizamos más profundamente las figuras del primer plano, el pueblo, representan un grado de crueldad muy superior al de las tropas francesas de los mamelucos.

Goya nos muestra la parte más cruda de la guerra, la más cruel e inhumana. El fondo aparece más suelto, más desdibujado y relajado, mientras que la tensión se focaliza en el centro de la pintura.

Los fusilamientos

En la otra obra Los fusilamientos, que se corresponde con la cuarta estampa, el artista trata el último hecho histórico de la jornada. Por una parte a la izquierda aparecen los cabecillas del pueblo español ejecutados o que van a ser ejecutados, a la derecha, de espaldas, ocultando su rostro, el ejército francés, anónimo e irreconocible, como una máquina de matar. Mientras, en el centro de la pintura, de frente al espectador, aparece el pueblo español desarmado contemplando la escena.

Aparecen tres niveles de clara lectura; en el nivel inferior los muertos que representan la muerte, en el nivel central e intermedio el miedo representado por el pueblo que observa y en el nivel superior el coraje y la valentia representado por la figura que destaca, el héroe anónimo que se enfrenta a la muerte con valentía.

Desde el punto de vista político estos acontecimientos fueron rentabilizados a lo largo de todo el siglo XIX, de hecho, se comparó la figura de Napoleón con el demonio en publicaciones de la iglesia la que a su vez apuntaba el carácter santo de los héroes anónimos que se sacrificaron por la patria. Fundamentalmente desde una posición religiosa se fue tejiendo una visión especial de aquellos hechos. La expulsión de los franceses se consideró una cruzada, en la que el propio Napoleón representaba a Satán. De esta forma no es extraño que la figura que aparece recostada en la zona izquierda de la composición se haya querido identificar con la figura de la Virgen María y que se vea en la posición del héroe anónimo un paralelismo con Cristo crucificado. Se ha visto incluso en las palmas de la mano del personaje los estigmas de la pasión de Cristo.

Fusilamiento de los padres franciscanos

Desde el punto de vista de la composición esta pintura está en deuda con un grabado difundido un año antes que el lienzo, en 1813, del valenciano Andrés Cruá, que representa el Fusilamiento de los Padres Franciscanos por los franceses en el campo de Morvedre. La composición de las víctimas a la izquierda y el ejército a la derecha, los tres niveles guardan un notable parecido con la composición reflejada en el lienzo de Goya. Casi con toda seguridad Goya conoció esta obra, lo que no le resta la mayor importancia ni brillo al resultado final de su pintura.

Fusilamiento del emperador Maximiliano

Era frecuente que los artistas copiaran y tomaran apuntes de obras maestras, de detalles, expresiones o composiciones. En esta obra de Goya se inspirarán artistas posteriores como Manet para El fusilamiento del Emperador Maximiliano de Mexico o Picasso en 1951 en la obra Masacre en Corea.

Masacre en Corea

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