Los promotores del arte gótico valenciano

 

 

Los protagonistas del arte del siglo XIII, y prácticamente durante todo el gótico, son los promotores. Los comitentes pretenden dejar una huella de su nombre, de su persona, con sus encargos. Por su parte el artesano, el maestro, pertenece a un estamento inferior.

Poner un calificativo al personaje que encarga las obras artísticas resulta cuando menos algo complejo, el apelativo de mecenas resulta totalmente impropio. Los mecenas ofrecen su dinero sin un interés directo y en Valencia los promotores sí que tenían un interés social concreto. Promotores o clientes sería, según las palabras de Joaquín Yarza, la forma más correcta de denominarlos. El término promotor nos habla de un impulso genérico más interesado. Es cierto que en algún caso en la relación cliente-artesano el promotor mostró cierta preferencia por algún artesano o artista, pero éste nunca llegó a gozar de una relación tan estrecha con su patrón como para ser considerado un miembro de su familia; ni residía en su palacio, ni era mantenido económicamente por su sola pericia con el punzón, los pinceles o el compás. Ni la pintura, ni la escultura, ni la arquitectura, ni sus artífices eran merecedores de estas atenciones.

Dentro del estamento de la nobleza el primer promotor fue el rey y su familia. Este estamento laico, la nobleza, parecía tener durante el gótico un mayor refinamiento y gusto estético, no obstante, resulta absurdo suponer que esto fuera una regla general. En el caso de Jaime I no podemos decir que fuera de los más interesados en estos aspectos estéticos. Pedro el Ceremonioso, alabado como protector de las artes se movió entre el deseo de realizar empresas importantes y las penurias económicas que con frecuencia lo convirtieron en un mal pagador.

A finales del siglo XIV la pintura valenciana se abre a las aportaciones de fuera de la península. La situación de cambio se manifiesta en todo el continente europeo pero sobre todo en las ciudades con un proceso de crecimiento importante, fenómeno que se da en Valencia, que además cuenta durante largas temporadas con la presencia de los reyes Juan I y Martín I. El papel del rey y la corte se convierte en un dinamizador del arte.

Durante el siglo XV Alfonso el Magnánimo se convierte en el introductor del Renacimiento en la corona de Aragón, y por ende en el reino de Valencia. En un principio el deseo del rey fue ser enterrado en Valencia y mandó construir una capilla para custodiar su sepulcro y el de su esposa, la denominada Capilla de los Reyes en el convento de Santo Domingo en Valencia. La obra muestra una técnica excepcional, la bóveda carece de nervios. No obstante, el ambiente que se respiraba en Nápoles no sólo resultaba conveniente para sus propósitos políticos, sino que también lo cautivo de tal modo que fijó allí su corte hasta su muerte en 1458. En Nápoles coleccionó manuscritos humanistas y contrató escultores italianos, aunque también es cierto que mandó llamar a los jardineros valencianos Guillermo Guerau y Pedro Franch para que diseñaran y plantaran diversos jardines y huertos para embellecer la ciudad de Nápoles. Esto favoreció el trasvase de relaciones entre los pintores de Valencia y Sicilia.

Por su parte, la nobleza valenciana cuenta con unos recursos económicos modestos respecto a la nobleza castellana. Tiene un estilo de vida en el que no existen diferencias entre las personas con título nobiliario y los burgueses ricos, el comportamiento social de ambos sectores era muy parecido. Los burgueses valencianos imitan a la nobleza y se juntan con ella formando lo que los historiadores han denominado el patriciado urbano, formado por nobles, mercaderes y banqueros de alto nivel. Estos personajes se emparentan y pretenden llevar el mismo nivel de vida que los nobles. Por ejemplo en un retablo de 1468, del pintor Bartolomé Bermejo para Antoni Joan Señor de Tous, aparece en la tabla central San Miguel venciendo al dragón y junto a él, arrodillado con un libro abierto en las manos por los santos penitenciales, aparece el retrato del donante. Algo más tarde un mercader italiano, Francesco della Chiesa, encarga a Bermejo un retablo dedicado a la Virgen de Montserrat. Podemos comparar como se representa a un noble y a un mercader, ambos arrodillados con un libro abierto, en los detalles se reconoce al caballero por la espada y por que lleva más joyas, pero ambos llevan el mismo bonete. La imagen del mercader es mas austera, lo que no significa que éste no fuera más rico que el caballero.

Otro estamento importante como promotor de obras artísticas en el Reino de Valencia en el siglo XIV es el de los gremios profesionales o cofradías. Sus principales encargos eran de tipo mueble, esculturas, retablos y piezas litúrgicas para sus capillas.

La arquitectura civil a partir de mediados del siglo XIV adquiere importancia atendida por los Consellers de la Vila, sobre todo puentes y murallas. En la ciudad de Valencia, se llevó a término una notable reforma urbana consistente en una nueva cerca. La muralla, construida bajo la responsabilidad de la fàbrica de Murs i Valls, tenía doce puertas de las que diez eran de nueva planta. La muestra más importante de este tipo de construcción es el Portal de los Serranos, lugar por donde hacían su entrada los reyes. A finales del siglo XIV esta construcción representaba a la ciudad. En cuanto a murallas lo que hoy queda más patente es la de Morella. También fue responsabilidad de estos organismos municipales la construcción de edificios, entre ellos debemos destacar la Lonja de Valencia o la Casa del Consell de Catí.

Por último mencionar al estamento religioso. Sus principales promotores fueron los obispos, aunque no debemos de olvidar que con frecuencia se trataba de personajes de la alta nobleza con bienes patrimoniales propios importantes, mentalidad señorial y obispados que en realidad eran grandes señoríos. En Valencia destaca el obispo Vidal de Blanes, que a mediados del siglo XIV estableció la primera cátedra de teología en Valencia y poseía una biblioteca particular de la que destaca un libro de ceremonias de obispos ilustrado con miniaturas de lujo. El sepulcro de Vidal de Blanes se encuentra en la catedral de Valencia, en ella construyó el aula capitular, Capilla de los Ángeles, que fue la sede donde se estableció la cátedra de teología. Con su bóveda estrellada es una de las contribuciones arquitectónicas más importantes realizadas en el siglo XIV. También hay que destacar a la familia Borgia, Alejandro VI fue su figura más importante.

Otro capítulo importante dentro del ámbito religioso es el protagonizado por las nuevas Órdenes mendicantes; carmelitas, agustinos, dominicos y franciscanos. Destaca la figura del dominico San Vicente Ferrer, sus sermones definían un mundo de referencias que posteriormente aparecerán pintadas por los artistas. También podemos hablar de Francisco Eiximenis, franciscano, que influyó a través de sus textos y escritos. Además de los conventos y sus respectivas iglesias, la acción de estas Órdenes se extendió a retablos, esculturas, sepulturas, sepulcros, etc. La nobleza los escogió, en muchas ocasiones, como lugar de enterramiento. Un ejemplo de ello es el doble sepulcro de los Boïl en el aula capitular del convento de Santo Domingo de Valencia.

Una vez expuestos quienes fueron los promotores repasemos cual fue su contribución al arte gótico en Valencia. Para conocer este punto es fundamental la lectura de los contratos, a través de ellos podemos observar que ni el pintor, ni el maestro de obras, ni el platero con las aptitudes necesarias para innovar formal o compositivamente en sus respectivas áreas de trabajo lo tuvieron fácil. Su mayor obstáculo era el apego de buena parte de la clientela a los modelos tradicionales, muy pocos se arriesgaron a patrocinar trabajos que se alejasen de los patrones estandarizados. La búsqueda de prestigio por parte del promotor rara vez estuvo ausente y para materializarla lo más seguro era solicitar al artista la reproducción o repetición de una obra de éxito contrastado.

La pintura, a tenor de los datos, fue donde el peso de los modelos tradicionales fue mayor. Resulta relativamente fácil encontrar cláusulas en los contratos donde el cliente solicitaba expresamente al pintor la copia total o parcial de una obra concreta. También en la arquitectura, la orfebrería o la escultura aparecen comportamientos parecidos.

La continua demanda de obras similares en su apariencia a otras ya existentes, evidencia el triunfo de determinados modelos pictóricos, escultóricos o arquitectónicos en el medio valenciano. Este fenómeno revela la total sujeción del maestro a los dictados de la clientela y las dificultades existentes para aceptar cualquier innovación.

Enrique F. de la Calle

Bibliografía

  • YARZA, J., Baja Edad Media: los siglos del gótico. Madrid (Sílex), 1992
  • FALOMIR FAUS, M., Arte en Valencia, 1472-1522. Valencia (Generalitat Valenciana), 1996.
  • GRACIA, C., Arte valenciano. Madrid (Cátedra), 1998.
  • ZARAGOZA CATALÁN, A., Arquitectura gótica valenciana. Siglos XIII-XV. Valencia (Generalitat Valenciana), 2000.

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