Aportaciones de la jardinería artística valenciana

 

 

Ante la pregunta realizada por un profesor de la facultad: ¿Piensas que Valencia ha aportado alguna cosa a la cultura europea en el campo de la jardinería como obra artística? Mi contestación fue afirmativa. Esta afirmación está basada en las huellas provocadas por las diferentes intervenciones que los pobladores de estas tierras han dejado a lo largo de la historia, y de cómo éstas han influido en el exterior del territorio valenciano, tanto desde el punto de vista artístico como científico. Por este motivo, y a pesar de que puede alargarse mi exposición, realizaré un breve recorrido por la historia del jardín en el territorio del actual País Valenciano.

En primer lugar deberíamos de matizar que se entiende históricamente por jardinería dentro del ámbito valenciano, incluso ir más allá y preguntarnos qué es un jardín de forma general. Por una parte, no debemos de olvidar que históricamente los conceptos de huerta, huerto y jardín tienen un significado similar dentro del mundo árabe, cultura que dejó una profunda huella en este territorio situado en la orilla occidental del Mediterráneo. Por otra parte, ¿No es un jardín una ordenación del terreno controlada por el ser humano de forma deliberada? Ciertamente lo es. Así, nos encontramos ante una primera ordenación del terreno por parte del mundo romano, la centuriación, que configurará definitivamente el territorio de estas tierras, ya que ésta, eso sí con modificaciones, pervivirá en el mundo árabe.

Centrémonos pues en el significado del jardín árabe: El origen del jardín musulmán aparece en la Biblia, en la idea del Paraíso:

"Plantó Dios un jardín en Edén, al oriente, y allí puso al hombre a quien formara. Hizo brotar en él de la tierra toda clase de árboles hermosos a la vista y sabrosos al paladar, y en el medio del jardín el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal. Salía del Edén un río que regaba el jardín y de allí se partía en cuatro brazos. El primero se llamaba Pisón, el segundo se llamaba Guijón, el tercero Tigris y el cuarto Eufrates".

Génesis 2, 8 a 14.

No obstante, la predilección musulmana por los jardines, tiene su origen en el Jardín-Paraíso descrito en el Corán:

"Quienes obedezcan a Dios y a Su Enviado, Él les introducirá en Jardines debajo de los cuales fluyen ríos, en los que estarán eternamente".

Sura 4, Aleya 13.

Otro elemento que caracterizaba el jardín valenciano árabe, y en general el de al-Ándalus, es que se trataba de un campo de experiencias botánicas, donde aclimatar aquellas especies traídas de oriente, como la granada o la palmera datilera. Esta idea será imitada por los británicos y materializada en los Royal Botanical Gardens de Kew, sobre el Támesis, cerca de Londres, a partir de 1759.

El amor por los jardines, las flores y la naturaleza en general, fue una constante en todo el mundo islámico y en especial entre los andalusíes. Los poetas dejaron su impronta naturalista en su observación de los jardines y almunias que tanto abundaban en al-Ándalus. Un poeta famoso en este género fue el valenciano Abu Ishaq Ibrahim Ibn Jafaÿa de Alcira (1058-1138), al que llamaban al-Ÿannán (El Jardinero), por su dedicación a este tipo de poesías y porque fue especialista en describir flores y jardines.

Tras la conquista cristiana no se produjo una brusca ruptura, tanto el pequeño jardín doméstico como el jardín paisajístico de las grandes propiedades musulmanas tuvieron su proyección en los jardines cristianos. El misticismo de los pequeños jardines urbanos musulmanes se proyectó en los jardines cristianos de simbolismo religioso. El pequeño jardín medieval se convertía en el centro de una cosmogonía cristiana que se trazaba en cruz, dividiendo el espacio en cuatro partes, como metáfora de los cuatro ríos del Paraíso (recordemos lo expuesto al inicio acerca de la simbología del jardín árabe). Este tipo de jardín más emocional que racional influyó en los jardines posteriores en dos sentidos: Por un lado como pauta normativa para las composiciones simétricas de los jardines racionalistas barrocos y por otro lado en el intimismo melancólico de los jardines románticos del siglo XIX.

El período comprendido entre el mundo medieval y el Renacimiento se revela como un momento de esplendor, los monarcas valencianos desarrollan un auténtico arte de la jardinería. El jardín del Real va adquiriendo una imagen nueva de características intuitivas. Se mantenía el carácter autóctono y la influencia musulmana, pero lentamente se iba introduciendo un espíritu nuevo, una forma menos mística y más terrenal de gozar de la naturaleza. De las narraciones del viajero alemán Jerónimo Münzer, que visitó la ciudad en 1494, se desprende que los jardines valencianos eran excepcionales. Al igual que los poetas musulmanes del siglo XII, Münzer compara los jardines de la ciudad con el paraíso terrenal.

Los reyes cristianos supieron valorar y conservar la brillante jardinería de la Valencia musulmana que había gozado de fama internacional. Como consecuencia, a partir del siglo XIV, los jardines, jardineros y planteles valencianos adquieren prestigio fuera del reino. Esta fama se verá incrementada en el siglo XV, no sólo se exportaban plantas y flores, incluso los propios jardineros debían de desplazarse grandes distancias reclamados por monarcas y aristócratas. Alfonso el Magnánimo mandó llamar a los valencianos Guillermo Guerau y Pedro Franch para que diseñaran y plantaran diversos jardines y huertos para embellecer la ciudad de Nápoles.

El siguiente paso es el jardín renacentista. El jardín del siglo XVI se hace humanista y heroico. El padre Juan de Mariana describió las huertas y jardines de Valencia como “muy frescos y viciosos en demasía”. No obstante, de nuevo el padre Mariana compara los jardines valencianos con el paraíso, pero ahora se trata de un paraíso pagano.

El prestigio de la jardinería valenciana se mantuvo durante el siglo XVI en el exterior. Pero el jardín había dejado de ser un lugar para la reflexión poética y la meditación solitaria, para convertirse en un lugar de sorpresas para visitantes cultos y paseos en compañía. La intimidad con la naturaleza era sustituida por su control mediante la aplicación de la técnica.

A principios del siglo XVII los jardines privados se habían convertido en pleasure gardens, escenarios de fiestas y espectáculos. No obstante, en la configuración interna de la ciudad se comenzaba a acusar el impacto de la Contrarreforma. Valencia se llenaba de conventos y sus pequeños jardines terminarían por influir en la jardinería de las viviendas privadas. La frivolidad de los grandes jardines aristocráticos daba paso a un nuevo concepto de jardín reducido, sobrio y recogido.

A lo largo del siglo XVII, posiblemente como consecuencia de la política, decae la jardinería en Valencia. Las influencias exteriores, ahora presentes, y la dejadez de la monarquía dejan los jardines del Real en un estado ruinoso, de hecho, cuando Felipe V visitó Valencia en 1719 el jardín del Real tuvo que ser completamente restaurado.

Durante el siglo XVIII cambió la actitud de los europeos frente al paisaje, sobre todo bajo la influencia del jardín pastoral francés y el jardín pintoresco inglés. La intervención humana sobre el paisaje tendía a unificar los conceptos de paisaje natural, campo de cultivo y jardín, como medio de afianzar la imagen del terrateniente ilustrado. En Valencia, donde históricamente no habían existido estos grandes terratenientes, aquella idea de jardín fue depurada de alusiones a la literatura clásica, a favor de una valoración más pragmática del paisaje rural. No obstante, debemos de recordar que durante la Edad Media, tanto musulmanes como cristianos habían asumido la identificación entre paisaje agrícola y jardín. Pero estas convicciones se fueron debilitando a medida que se debilitaba la valoración religiosa del entorno. La mejora de los campos de cultivo se convirtió en un reto para muchos valencianos ilustrados, pero esto suponía una ruptura respecto de la anterior relación huerto-jardín.

Durante el siglo XIX la novedad más importante fue la proyección sistemática de jardines, avenidas y parques públicos. Pero estas actuaciones estaban sometidas a intereses políticos y económicos. De esta forma se explican sus constantes remodelaciones según los criterios de cada gobierno. A lo largo del siglo XIX se construirán, ampliarán o reducirán los jardines con el fin de adaptarse a las necesidades urbanísticas. Finalmente, cuando en el siglo XX estas necesidades se vuelvan acuciantes, los cambios en la imagen de la ciudad se harán siempre a expensas de los jardines públicos.

Tras este breve recorrido por la historia de la jardinería valenciana, podemos observar como ésta ha ido por delante de actuaciones posteriores. Así, nos encontramos que el jardín botánico inglés tiene su antecedente en la experimentación del mundo árabe en el campo valenciano, que las composiciones simétricas que marcarán la pauta en los jardines barrocos proviene del simbolismo religioso del jardín claustral de la Edad Media, del cual también procede el intimismo melancólico del jardín romántico del siglo XIX. Por último, una concepción históricamente valenciana, la identificación entre los conceptos de huerta, huerto y jardín se convertirá en el medio de afianzar la imagen del terrateniente ilustrado.

Enrique F. de la Calle

Bibliografía

  • GRACIA, C.: Arte Valenciano. Ediciones Cátedra, Madrid, 1998
  • SHAMSUDDÍD ELÍA, R.H.: El jardín en la tradición islámica, [en línea], [consulta: 4 de mayo de 2003]. <www.organizacionislam.org.ar/jardines.htm>.

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